miércoles, 10 de enero de 2007

Una epístola al pasado mas el ultimo suspiro por la antigüedad.


Pareciera ser una enfermedad, un pequeño malestar que ya se nos ha hecho necesario, el amor hacia la antigüedad esta presente, de una manera poco entendible.

Y es que hoy ya nada parece ser original, a pesar de los infinitos intentos de muchos por borrar ese exquisito cúmulo de historias englobadas en lo que la historia tradicional a denominado como “antigüedad”, mas el esfuerzo de la iglesia por esconder los tiempos del hedonismo, no dieron resultado, es mas, en la época medieval fueron los mismos ministros de la fe cristiana los que se sentían inconfundiblemente atraídos por la antigüedad, logrando incluso rescatar los aportes de la filosofía helénica.

El otro día mirando la TV., aparecía una noticia sobre el “mejor profesor”, en la cual mostraban a un educador que recurría al disfraz y la actuación para impartir clases de historia, muchos de los que vieron este reportaje, hacían alusión a la “originalidad” de este educador, por mi parte la me atiborraba la idea del incansable amor hacia la antigüedad, tomando en cuenta que eso lo hacían en Grecia ya que no toda la gente podía leer o mejor dicho no toda la gente podía recibir educación.

Entonces somos testigos de cómo el tiempo avanza y el mundo cambia, nuevas tecnologías englobadas bajo políticas de explotación tan añejas como la vieja foto del abuelo cuando era joven e incluso más antiguas aun, tantos cambios que a muchos hacen sentir que ya nada es “nuevo” que hoy “todo” es tan moderno como los tiempos que nos acompañan.

Lamentablemente este amor por la antigüedad me deja atónito, ¿Es posible que la educación atraviese por un proceso de involución?, mas especifico aun seria cuestionarse; ¿Cómo es posible que en un mundo tan globalizado y competitivo como el de hoy en día, para educar se recurran a métodos instaurados en épocas antes del Cristo? ¿Acaso no debía le educación evolucionar o cambiar conjunto a los tiempos como aquel “todo”?, la respuesta parece ser muy triste “nada a cambiado” dice la canción y claro que es así, ya que ese “todo” que cambia, no deja de ser “nada”, como decía antes las viejas políticas oxidadas se mantienen ahí de un modo irrevocable, y hoy en día los intentos de muchos por enseñar o instruir los ha hecho volver a la misma concepción de teatro griego, ese teatro que relataba la historia, para quienes no podían leerla, no se si creer que este profesor en cuestión es un ferviente amante de la antigüedad helena, pero si creo en la posibilidad de que los planes de educación que instaura el gobierno no dejan de ser de un nivel precario, pésimo y mediocre, ante lo cual muchos se han visto en la necesidad de reivindicar los métodos mas antiguos de enseñar, en pocas palabras años de evolución para una educación estancada en el tiempo que se las ha arreglado para enseñar obviamente lo que ellos quieren que se enseñe, por ultimo en esta epístola al pasado, la antigüedad parece haber dado uno de los ínfimos suspiros en un mundo moderno en donde el “avance”, sigue y seguirá siendo para unos pocos, donde las palabras “innovar” no dejan de ser respiros de la antigüedad en el presente y lo que realmente “progresa” son solo algunas cifras y nuestro gran amor hacia el pasado el que nos a hecho recurrir a las viejas herramientas debido a la falta de “nuevas” o simplemente seguir apuntando a nuestra extraña fijación hacia la antigüedad.

sábado, 6 de enero de 2007

Historiando el bajo mundo...

Vivimos en un mundo configurado en beneficio de un solo sector social, un mundo injusto, limitado y represor, en donde la realidad es tan cruda y alienante, que los mensajeros de modos distintos, se tildan de inconcientes soñadores, caminantes de la utopía.

En este mundo en donde nos han relegado de la historia, hoy ponemos hincapié a la memoria, asumiendo nuestro trabajo de cronistas de la historia intencionalmente olvidada, hoy nuestros lápices se enfatizan en historiar el bajo mundo.
La historia es nuestra, por lo cual la utilizamos, la destruimos, la reivindicamos, la interpretamos,
somos los intencionales traidores a un modo historicista, ocupando cualquier instancia para conspirar contra la historiografía tradicional; hemos dejado de lado las reglas estrictas, le hemos robado el paradigma, dejamos de lado a los dioses y ejemplos benditos, aquellos que nos enseñaron a ser espectadores, hoy nuestras ideas nos ceden el paso para crear una nueva escuela, en la cual asumimos nuestro papel de "no historiadores" dentro de los cánones del elitismo científico del cual somos victimas.

Desde el tercer mundo estos aprendices y maestros, levantan ante tu odio, palabras para ponerse nervioso, somos culpables, traidores y soñadores, somos exactamente lo que menos se esperaban que fueramos.