jueves, 20 de diciembre de 2007

De sangre y cenizas; pobreza, marginación, exclusión y resistencia.

El siguiente texto, es resultante de un ejercicio reflexivo en torno a un caso aislado, particular y olvidado en los polvorientos legajos del archivo regional de Tarapacá, se intenta enfocar la lectura y revisión del caso en cuestión, integrando los preceptos que las ciencias sociales han construido para denominar a estos infra-individuos.

Ramón Pedraza, era el que por aquel entonces ejercía de Inspector para el departamento de trabajo, su trabajo consistía en resguardar un cantón del norte chileno, en este caso le correspondía el pequeño poblado de Huara, uno de esos pequeños refugios en medio de la pampa, los cuales se niegan a desaparecer y aún permanecen erguidos contra el tiempo.

Parte del trabajo de Ramón era: vigilar que todo marchara bien con los “arranchados” y sus debidas ocupaciones.

Se le denominaba arranchado, a todas las personas que recibían raciones de comida en “Rancho obrero”, el cual a su vez era una expresión del Estado por contraer los efectos de la crisis de 1929 sumada el devenir económico de la industria salitrera.

Entre los diversos efectos sociales que pudieron generar estas dos coyunturas, se destacan, el incremento notable de la cesantía y todo lo que ella implica: exclusión y marginación, escasez de alimento y diversos recursos necesarios para el diario acontecer.

El señor Rogelio Berton, trabajaba cavando tumbas; era el mayordomo del cementerio de Huara. Los avatares económicos de Chile en crisis, golpearon fuerte su hogar, con una esposa y cinco hijos, se vio obligado a trabajar sin salario, a cambio de recibir el alimento diario para el y su familia.

24 de diciembre de 1931.

El día de Navidad no tenia fiesta para Rogelio y su familia, por tratarse de un día festivo, en el rancho habían entregado las raciones dobles, para que los trabajadores del rancho mismo, también tuvieran la oportunidad de irse a sus hogares a descansar, dado el contexto económico, difícilmente hubieron regalos aquel día, ni mucho menos hubo una “pascua feliz para todos”.

Ramón, el cual también se encontraba en lo suyo, se vio interrumpido por la situación de que se necesitaba dar sepulcro al hijo de una familia de la zona, lamentablemente el único que podía ejercer aquella tarea era don Rogelio, por lo tanto Ramón como inspector provincial acudió donde el susodicho y le obligó que fuera inmediatamente al cementerio y solucionara el problema, ya que la familia junto al deudo, estaban esperando desde las 1 de la tarde y ya iban a dar las 3; la situación era bastante peculiar, de tal forma que el mencionado inspector se vio en la necesidad de amenazar al trabajador en condición de “peón”, con quitarle su ración alimenticia y suspender su trabajo.

En otras palabras, se exigió a Rogelio bajo el espantajo de; “de quitarme el plato de poroto para mí y mis 5 hijos más yo y mi mujer y en verdad lo hizo…”[i].

Iban a dar las 5 de la tarde y por fin se pudo solucionar el dramático suceso; el inspector del trabajo debió contactar a otra persona para que ejerciera el trabajo bajo su amenaza, en el otro extremo de la historia estaba el desafortunado ex arranchado (sin derecho a trabajar para ganarse el derecho a alimentarse a través del rancho obrero), el cual no dudo en protestar, al menos en la carta ya citada, escrita por el individuo, se hacia implícito el descontento de haber sido victima del chantaje de quien “no era su jefe” y por ende no debía obedecerlo.

La situación no se solucionó a con las manos del mencionado obrero, por lo tanto las amenazas del inspector provincial se harían efectivas, como nos señala el mismo afectado en la carta en donde “exige una explicación” congruente a su dramático acontecer, el ya mencionado inspector ante esto, respondía a su jefe de Iquique que el no “aguantaría tanta soberbia”(soberbia que dejo esperando a la familia hasta las 5 de la tarde fuera del cementerio, soberbia que le enseño al señor inspector que no todo se logra a través de intimidaciones sin sentido -al menos prefiero creer que algo aprendió de este particular hecho-), incluso resaltaba que en el fondo este desafortunado sujeto era un agitador que le hacia propaganda en contra al exigir una ración alimenticia mas contundente, por lo cual este mismo era portador de ideas subversivas.[ii]

En las letras del trabajador, se transmite la decepción de estar “viviendo tanta pobreza”[iii], situación que compartían y aún hoy siguen compartiendo, esos que viven en el “inframundo”, los que el viejo Marx llamó “lumpen”, esos que entre 1929 y 1935, llenaron las calles de puertos y ciudades, los cuales no las llenaron ni de panfletos ni reivindicaciones, si no con su mera presencia, la cual para muchos –aún hoy en día-, no aportaba en nada, para nadie, incluso para ellos mismos su presencia era un estorbo, por lo cual muchos hallaron soluciones “escape” en practicas sociales de la violencia(contra ellos mismos y contra los demás).


La carta de respuesta, debo suponer que no estaba hecha con rabia, a diferencia de la paupérrima decepción que han cargado los sectores excluidos durante años de historia y de pseudo-evolución humana y porque no proletaria. La ira del inspector se denota al recurrir a preceptos estigmatizadores como el de “agitador”, “revoltoso” y lo que es peor aun; participe de predicas subversivas, algo que al menos en Chile parece ser común, es politizar a quien establece “peros” a la orden del patrón.

El rescate critico.

El anterior ejercicio,, hecho en base de un suceso histórico que para muchos no tiene la importancia de una matanza de obreros o una guerra, pero acaso la situación de un obrero despojado de su trabajo (después de la crisis, la gente que poseía trabajo asalariado en la ciudad eran poquísimos), falto de alimento y de sustento diario para su familia, frente ala inconmovible moral de un inspector al cual no le costaba para nada derogar a un sujeto a los albores del desierto, pues dada la situación, fácilmente encontraría quien suplantara su posición.


Como primera conclusión, se puede señalar que este sujeto no deja de ser un ejemplo de los tantos muertos por la cruda división laboral que se mantiene a nivel mundial, si bien el sujeto en cuestión no dejó de existir, pero la mala broma de un personaje con poder, lo dejó sin modo de existencia o subsistencia; sin tener que comer ni como vivir, ¿acaso eso no es una muerte?

Sin posición de combate y con armadura de lagrimas, el trabajador sin sueldo no duda en desobedecer a quien no veía como jefe, demostrando y haciendo material su lazo de dependencia hacia quien le daba el sustento alimenticio, pues obedecer a quien no era su jefe, sin duda era traicionarlo.

Sin necesidad de partidos políticos ni de meta relatos, el caso anterior nos demuestra que es posible que estos sujetos que están muy por debajo de los parámetros comunes de vida, incluso de los pobres, no son participes de proyectos ni en pro ni en contra de la sociedad, pero no por eso dejan de manifestarse en la naturaleza de la resistencia diaria o el arte cotidiano de resistir; porque este arranchado al ver tan cerca el infierno, no se levanta en “soberbia” si no que en “resistencia”, este reacciona y ocupa inteligentemente su situación: de desposeído, amenazado, ultrajado a través del chantaje, para denotar la larga agonía de vivir en el extremo mas ínfimo de la división social, porque para quienes formaron y forman parte de esta denotada “infraclase”, alcanzar un trabajo que los cualifique por lo menos de obrero; es toda una utopía.



[i]Carta escrita por Rogelio Berton, cesantía (25 de Diciembre de 1931), volumen 8 Nº 37, Archivo regional de Tarapacá, fondo intendencia

[ii] Respuesta del inspector del trabajo, Ramón Blanco, sobre la denuncia de Rogelio Berton, cesantía (4 de Enero de 1932), volumen 8 Nº 38, Archivo regional de Tarapacá, fondo intendencia.

[iii] Carta escrita por Rogelio Berton, cesantía (25 de Diciembre de 1931), volumen 8 Nº 37, Archivo regional de Tarapacá, fondo intendencia

miércoles, 31 de octubre de 2007

El nuevo inquilinaje.

Hay temas actuales que la prensa no quiere cubrir, políticos, investigadores y demases han pasado por alto durante mucho tiempo sucesos que en la vida diaria nos denotan que la afamada modernidad y desarrollo no son más que destinos utópicos.

Los distintos procesos de cambio generados en nuestra historia, parecen ser meros arreglos desde arriba, incluso la transición a la democracia se presenta como una de las grandes paradojas de vivir en un país tercermundista condenado a la monoproduccion, explotación y el subdesarrollo.

Extrañamente la esquina de mi cuadra parece oscurecerse, la presencia de la funeraria indica que para algunos la muerte es un buen negocio y que más da, si total hoy en día en auras de la globalización todo puede ser rentable.

En la funeraria generalmente hay tres personas exceptuando los chóferes; de las tres personas una es la jefa, la otra es la ayudante y el último por así decirlo es el inquilino.

¿Por qué inquilino? ¿Acaso eso no era un rasgo colonial? (…) ¿Acaso no me habían dicho que eso había terminado?.

Al parecer no es así, el sujeto que denomino como inquilino posee ciertos rasgos que me hacen pensar en el viejo inquilinaje, vamos a ver: la funeraria como sede posee función triple, es oficina, florería y hogar por ende quien vive ahí debe estar todo el dia trabajando hasta que termine la jornada (algo no muy distinto a la rutina de muchos), aunque la diferencia solo la ve el inquilino que es quien “trabaja en su hogar” que tampoco es su propio hogar, pues el riesgo de errar o de no abrir la puerta a las tantas de la madrugada cuando se muere alguien inesperadamente, pueden ser causales de despido y así como sucedía en las grandes haciendas, el sujeto puede quedar en la calle.

-“que bueno que estés estudiando… -me dijo y continuo esbozando la historia de su hijo quien no pudo estudiar una carrera pero oficiaba de mecánico en la actualidad, aunque no sabia mucho de el, dado que el como obrero no calificado, nunca pudo encontrar un trabajo estable lo que lo obligaba a ir a trabajar donde le ofrecieran.

Los largos periodos en que debía estar alejado de su “hogar”, le pasaron la cuenta cuando el día en que volvió se dio cuenta que ya no tenia un hogar, los periodos de desaparición hicieron que su familia ya no lo considerara necesario.

Esta primera privación, le hicieron caer en la oferta de trabajar para una empresa funeraria, en donde el por la mañana y la tarde funcionaria como trabajador en todo sentido(ya que hacia de todo lo que hubiese que hacer en el día, hasta adelantarle el trabajo a la jefa ) y por la noches seria cuidador y responsable de la sucursal, por lo cual su responsabilidad laboral debe funcionar las 24 horas del día, siendo que en el contrato figuran las 8 horas permitidas por la ley, mas un bono(regalo de la jefa por ser tan eficiente) que lo hacen recibir un poco mas del sueldo mínimo.

Y es así como se le pasa la vida a este señor, ocupando un porcentaje bastante alto de su tiempo en el bienestar de la empresa y de sus patrones, de no hacerlo se hace presente el miedo de volver a perder lo que en algún momento de su vida fue su hogar.

Debo reconocer que esta analogía al inquilino esta bastante desfasada en el tiempo, pero si consideramos al inquilino como “concepto” de una forma de explotación en tiempos coloniales; nos percataremos de que el empresario se enviste como colonizador desde un lejano centro de poder (en este caso Santiago, la capital que es en donde se encuentra la casa matriz de la empresa) y este señor sin calificación laboral no se diferencia mucho del viejo peón gañan.

Por ultimo solo me queda señalar, que al momento de conversar con el individuo acerca de su situación laboral, paradójicamente corrige mis expresiones de sorpresa (ya que estaba bastante sorprendido por la forma en que vivía), el me corrige; -No si los patrones no son tan malos, si me muero hoy, los jefes se rajan con el funeral y el nicho en el cementerio…-, por lo menos tengo donde caerme muerto.

jueves, 25 de octubre de 2007

3-11-32

El siguiente ejercicio etnografico -si se puede decir- es un intento de retratar en tiempos de crisis a aquellos que no llenan los libros de historia.
Bajo este experimento historico-narrativo, no deja de ser una interpretacion subjetiva, indagando y apostando por leer entre lineas y esbozar alguna de las muchas historias que se tejieron en las calles de esta ciudad.

Al 3 de Noviembre del 32:

Petronila sabía donde quería llegar. Veintidós años de vida en la ciudad, le habían enseñado a insistir y a pesar de las coincidencias, malestares y pesares que se presentan en el camino, seguir siempre adelante.

Almiro, por otra parte, creció pensando en el, hasta que comprendió de alguna manera, que el debía luchar por las causas comunes de la gente que como el sufría los avatares de la extraña parodia del mundo, que los ubico en el lugar mas bajo, de una sociedad dividida en clases.
El sabia que tarde o temprano, debía optar por un oficio, la sociedad que en los 20 se mostraba con la mirada hacia el futuro, le hicieron aprender la epistemología de la corriente, entre cigarros, circuitos, watts y alguno que otro apunte de Marx, comenzó su carrera de electricista.

Por esas casualidades de la vida, Petronila y Almiro se conocieron y decidieron iniciar una vida juntos, ellos como tantos otros esperaban una vida mejor, esa vida que desearon tener cuando niños.
Tenían ideas diferentes, pero sin duda alguna compartían un sueño, ese de hacer una vida.

En aquellos tiempos y como ahora, la vida no era para nada de fácil, mas aun para Almiro, que de alguna u otra forma estaba conciente de que su trabajo era plusvalía y que alguien ganaba el doble con su esfuerzo, por lo cual nunca guardo muy buenas relaciones con los jefes.
El 29, colapso el mundo, la crisis mundial del capitalismo y la previsible crisis del salitre que se venia avecinando desde hace bastante tiempo ya, le hicieron la vida aun mucho mas cruda a estos dos personajes incógnitos en la historia de las calles de Iquique.
Como electricista independiente era imposible encontrar trabajo ya que como el habían muchos que volvían resignados de dejar atrás una vida en la pampa salitrera, de igual manera la dinámica interna de las dos mencionadas crisis hicieron del pais, uno de los mas afectados a nivel mundial, lo cual sobrecargo de muros el andar de Petronila y Rubén.

No había para comer, los nervios de Almiro comenzaron a transformarlo en una persona violenta, Petronila quien le exigía los medios necesarios para vivir, debió soportar los innumerables descargos y ataques de rabia de su compañero ya totalmente absorbido por la situación en la que se encontraban, el, sus vecinos y amigos.
Con 29 años de vida Almiro propino sus últimos golpes, dos balas en la cabeza, son mas que suficiente para detener a un desafortunado joven que se encontraba en el lugar mas lodoso del charco. A las 5:20 Petronila confiesa frente aun cabo que en la calle Barros Arana #120, se encontraba el cadáver de su difunto compañero, al cual ella misma dio muerte para no ser ella la difunta.
Así cerraría las paginas de su historia, no por que alguno quiso tener aquel destino, simplemente sucedió que la paradójica aventura de vivir en sociedad y ser “humano” en medio de una crisis económica, esta trazo caminos de sangre en el andar cotidiano de los que lamentablemente se encontraban dentro del sector mas afectado por los vaivenes de una historia en donde los beneficiados no eran ellos.

miércoles, 10 de enero de 2007

Una epístola al pasado mas el ultimo suspiro por la antigüedad.


Pareciera ser una enfermedad, un pequeño malestar que ya se nos ha hecho necesario, el amor hacia la antigüedad esta presente, de una manera poco entendible.

Y es que hoy ya nada parece ser original, a pesar de los infinitos intentos de muchos por borrar ese exquisito cúmulo de historias englobadas en lo que la historia tradicional a denominado como “antigüedad”, mas el esfuerzo de la iglesia por esconder los tiempos del hedonismo, no dieron resultado, es mas, en la época medieval fueron los mismos ministros de la fe cristiana los que se sentían inconfundiblemente atraídos por la antigüedad, logrando incluso rescatar los aportes de la filosofía helénica.

El otro día mirando la TV., aparecía una noticia sobre el “mejor profesor”, en la cual mostraban a un educador que recurría al disfraz y la actuación para impartir clases de historia, muchos de los que vieron este reportaje, hacían alusión a la “originalidad” de este educador, por mi parte la me atiborraba la idea del incansable amor hacia la antigüedad, tomando en cuenta que eso lo hacían en Grecia ya que no toda la gente podía leer o mejor dicho no toda la gente podía recibir educación.

Entonces somos testigos de cómo el tiempo avanza y el mundo cambia, nuevas tecnologías englobadas bajo políticas de explotación tan añejas como la vieja foto del abuelo cuando era joven e incluso más antiguas aun, tantos cambios que a muchos hacen sentir que ya nada es “nuevo” que hoy “todo” es tan moderno como los tiempos que nos acompañan.

Lamentablemente este amor por la antigüedad me deja atónito, ¿Es posible que la educación atraviese por un proceso de involución?, mas especifico aun seria cuestionarse; ¿Cómo es posible que en un mundo tan globalizado y competitivo como el de hoy en día, para educar se recurran a métodos instaurados en épocas antes del Cristo? ¿Acaso no debía le educación evolucionar o cambiar conjunto a los tiempos como aquel “todo”?, la respuesta parece ser muy triste “nada a cambiado” dice la canción y claro que es así, ya que ese “todo” que cambia, no deja de ser “nada”, como decía antes las viejas políticas oxidadas se mantienen ahí de un modo irrevocable, y hoy en día los intentos de muchos por enseñar o instruir los ha hecho volver a la misma concepción de teatro griego, ese teatro que relataba la historia, para quienes no podían leerla, no se si creer que este profesor en cuestión es un ferviente amante de la antigüedad helena, pero si creo en la posibilidad de que los planes de educación que instaura el gobierno no dejan de ser de un nivel precario, pésimo y mediocre, ante lo cual muchos se han visto en la necesidad de reivindicar los métodos mas antiguos de enseñar, en pocas palabras años de evolución para una educación estancada en el tiempo que se las ha arreglado para enseñar obviamente lo que ellos quieren que se enseñe, por ultimo en esta epístola al pasado, la antigüedad parece haber dado uno de los ínfimos suspiros en un mundo moderno en donde el “avance”, sigue y seguirá siendo para unos pocos, donde las palabras “innovar” no dejan de ser respiros de la antigüedad en el presente y lo que realmente “progresa” son solo algunas cifras y nuestro gran amor hacia el pasado el que nos a hecho recurrir a las viejas herramientas debido a la falta de “nuevas” o simplemente seguir apuntando a nuestra extraña fijación hacia la antigüedad.

sábado, 6 de enero de 2007

Historiando el bajo mundo...

Vivimos en un mundo configurado en beneficio de un solo sector social, un mundo injusto, limitado y represor, en donde la realidad es tan cruda y alienante, que los mensajeros de modos distintos, se tildan de inconcientes soñadores, caminantes de la utopía.

En este mundo en donde nos han relegado de la historia, hoy ponemos hincapié a la memoria, asumiendo nuestro trabajo de cronistas de la historia intencionalmente olvidada, hoy nuestros lápices se enfatizan en historiar el bajo mundo.
La historia es nuestra, por lo cual la utilizamos, la destruimos, la reivindicamos, la interpretamos,
somos los intencionales traidores a un modo historicista, ocupando cualquier instancia para conspirar contra la historiografía tradicional; hemos dejado de lado las reglas estrictas, le hemos robado el paradigma, dejamos de lado a los dioses y ejemplos benditos, aquellos que nos enseñaron a ser espectadores, hoy nuestras ideas nos ceden el paso para crear una nueva escuela, en la cual asumimos nuestro papel de "no historiadores" dentro de los cánones del elitismo científico del cual somos victimas.

Desde el tercer mundo estos aprendices y maestros, levantan ante tu odio, palabras para ponerse nervioso, somos culpables, traidores y soñadores, somos exactamente lo que menos se esperaban que fueramos.